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sábado, 30 de junio de 2012

Camacutos

CAMACUTOS






Los Camacutos (Atya Scabra o Macrobrachium Carcinus) son autóctonos de Venezuela, a los cuales también se le conoce como la “cigala venezolana”, o “coyumo”, o “langostino de río o de agua dulce”, son camarones gigantes que se pueden obtener solo en los meses comprendidos entre mediados de mayo y mediados de septiembre de cada año.



Este manjar acuático se reproduce en las aguas que bordean Unare y Clarines, poblaciones del estado Anzoátegui del nororiente de Venezuela, y algunos pocos en Chuspa y Chuao (del litoral central venezolano), desde aproximadamente 1990, y se ha convertido en un producto emblemático de estas zonas venezolanas y comparten su hábitat con el llamado “Camarón Azul” (Macrobrachium Rosenbergii) por el color de sus tenazas, y el cual fue traído de Tailandia.



La carne de los camacutos, blanca, de textura fina y muy refinada, aunada a su sabor peculiar, parecido al langostino, algo más dulzón y con tendencia a asemejar el sabor de la langosta marina, lo ha hecho sumamente apreciado y demandado en Venezuela y en varias islas del Caribe. Un animal semejante es el que los franceses denominan “ecrevisse”, el cual es tan costoso que solo es utilizado en platos especiales de grandes chefs galos.



Inicialmente fue muy difícil pescar estos crustáceos, ya que se hacía con tarrayas; posteriormente se empezaron a utilizar nasas, lo que hizo su pesca más comercial. Para pescar camacutos jóvenes se utilizan como carnada trozos pequeños de coco y yuca. Cuando ya son adultos, se convierten en carnívoros, por lo que es menester utilizar huesos de res para atraerlos.



Las tenazas de los machos son mucho más grandes y largas que la de las hembras y su peso estándar es entre 200 y 350 grs. cada unos, pueden llegar a pesar hasta 550 gramos.

El camacuto muda en tres oportunidades su caparazón, y los camarones convencionales lo hacen siete veces. Esta condición les permite a los primeros madurar y crecer en seis meses.



PARA COCINARLOS:



1) Se untan con una pasta elaborada en base a mantequilla, ajo machacado y aceite de oliva extra virgen y se cocinan a la parrilla, vuelta y vuelta.

2) En un sartén o plancha, se calienta mantequilla con un poquito de sal marina y pimienta negra recién molida. Se saltean por aproximadamente 6 minutos.

3) En una olla, se hierve agua con sal marina, unas unidades de anís estrellado, 2 hojas de laurel y una naranja exprimida y agregar la concha. Se hierven no más de 5 minutos o menos, si se logra antes el color rojo/anaranjado que tomarán.

La mayoría de los comensales los prefieren al grill, acompañados solo con una porción de mantequilla de limón, aunque también agradan versiones frescas, marinadas al limón y en ensalada. Se comen con las manos, eliminando progresivamente la concha o caparazón. De un lado, se coloca un bowl con agua tibia y limón para limpiar los dedos de los comensales.

3 comentarios:

  1. Intentaré hacerlos como lo indicas, aunque trataré hacer un salpicon u otras recetas. Agradezco tu excelente información. Éxito, Edgardo

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  2. Y las macanas? las asan con el resto del cuerpo para comerles la carne, o las hierven con el caparazón? las cabezas son tan gustosas como las de la Cigala?

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